Aunque es una de las playas con acceso más complicado de Peñíscola, la calma y la tranquilidad que se respiran en esta cala la convierten en un destino ideal para quienes buscan una conexión profunda con la naturaleza. Con una longitud de 250 metros y una superficie de 3.750 m² de guijarros, esta playa es perfecta para disfrutar de un día de desconexión lejos del bullicio de las zonas más concurridas.
A pesar de su ubicación más aislada, cuenta con servicios básicos que aseguran una estancia cómoda, como la señalización, el servicio de policía y un eficiente servicio de limpieza, manteniendo el entorno natural en excelentes condiciones.
Si buscas un lugar único y tranquilo, rodeado de naturaleza virgen y sin grandes multitudes, esta cala es una opción altamente recomendada para los amantes de la aventura y el relax.
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