Esta pequeña playa de Peñíscola se caracteriza por su arena dorada de textura gruesa, combinada con pequeñas áreas de grava, lo que la convierte en un rincón único para los que prefieren una experiencia más natural. Con una longitud de 30 metros y una superficie total de 150 m², es un espacio acogedor y tranquilo, ideal para disfrutar de la brisa marina en un entorno más íntimo y sin grandes aglomeraciones.
Perfecta para quienes buscan escapar del bullicio de las playas más grandes, esta playa ofrece un entorno sencillo pero encantador, donde el contacto con el mar Mediterráneo y la serenidad del paisaje se combinan para una experiencia relajante.
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